La función principal de la piel es actuar como barrera protectora, que aísla al cuerpo de los agentes contaminantes externos. Uno de los factores fundamentales para mantener esta función barrera, es una correcta hidratación de la piel.
Normalmente, en una piel joven, el contenido de agua en la capa externa de la piel se encuentra entre el 10-20% del contenido total de agua que tiene nuestro organismo.
Por debajo del 10%, la piel se seca, se vuelve más frágil, áspera, apagada y más expuesta a enfermedades cutáneas. Puede también producir sensación de tirantez y presentar escamas diseminadas por toda su superficie y arrugas finas (estrías de deshidratación), apareciendo a menudo, picor y escozor.
Hay diversos factores que afectan a esta hidratación, como es el frío, la exposición solar o como nos ocurre ahora, el uso continuado de productos desinfectantes. ¿Os notáis las manos más secas estos días? Os damos algunos consejos de cómo hidratarlas de manera correcta.
- Siempre, después de lavaros o desinfectaros las manos, aplicar una crema hidratante.
- Hidratar nuestra piel desde el interior. Procuraremos beber un mínimo de 7 u 8 vasos de agua al día.
- Una dieta equilibrada y sana. Hay que tener en cuenta que una dieta rica en verduras y frutas hará que nuestra piel se hidrate por medio del agua y vitaminas.
- Después de la ducha no seques por completo tu piel. Deja una pequeña cantidad de agua y si puedes, aplica sobre esa agua algún aceite natural. Al hacerlo de esta manera, el aceite actúa como barrera para evitar que tu piel pierda agua.
¿Y qué hay de la nutrición de la piel?
Cuando nuestra piel se nutre correctamente conseguimos que se refuerce la barrera natural que supone.
Las cremas nutritivas a base de aceites naturales, como son el aceite de oliva, el aceite de almendras dulces o la manteca de karité, nos aportan lípidos que hacen que la apariencia de la piel mejore considerablemente. Así mismo, una dieta rica en nutrientes será muy beneficiosa para nuestra piel.